domingo, 12 de marzo de 2017

La desaparecida

¡Buenos días, mis queridos lectores!

Hoy os traigo un relato que escribí para un concurso. El relato engloba los siguientes temas: fantasmas, terror, desapariciones, venganza.

Espero que os guste ;)


En una fría noche de invierno en Alarcón, Sara se disponía a salir de su casa para ver a sus amigas cuando notó algo extraño. Decidió no darle más importancia y siguió andando, ya que llegaba un poco tarde y le echarían la bronca. De repente, oyó que alguien caminaba detrás de ella. Cuando se giró para ver si era alguien conocido no vio a nadie. Se volvió a girar, pero esta vez caminó más rápido. Aun así, siguió oyendo pasos. Empezó a andar cada vez más rápido. A su vez, los pasos también iban más rápido. Sara tenía la sensación de que la querían atrapar, pero ella no iba a dejar que pasase eso. Por ese motivo, empezó a correr y se escondió en uno de los portales más cercanos. Cuando vio a una de las personas que supuestamente vivía en el inmueble decidió ir a contarle lo que le estaba pasando.

-          Perdone que le moleste señor, pero me he escondido en este portal porque hay alguien que me está siguiendo y necesito que avise a la policía y tampoco tengo batería en el móvil.

-          ¿Qué te están siguiendo?- dijo el señor con cara de pocos amigos.

-         Sí, eso he dicho. Al salir de casa he oído pasos detrás de mí. No le he querido dar importancia, pero cuando he empezado a caminar más y más rápido los pasos también eran más rápidos. Incluso me ha parecido escuchar a una persona jadear cómo si estuviera cansada de correr.

 -    ¿Enserio? Pues quizá si salimos a la calle veremos a alguien. Vamos, que te acompaño.

Al salir a la calle no vieron a nadie que no fuera del pueblo, por eso la persona que había intentado ayudar a Sara se fue diciendo que estaba loca y que no se inventase cosas. A pesar de eso, siguió incansablemente su camino para reunirse con sus amigas. Cuando llegó a donde estaban, les comentó lo que le había pasado y se echaron a reír.  

-    Pero tía, ¿estás segura de todo esto? No sé, me parece un poco raro lo que estás contando.

-     Sí, estoy totalmente segura. Si no estuviese totalmente convencida de esto no os lo estaría explicando.

-    ¡Venga, ya! ¡Ahora vamos a divertirnos y a dejar los malos rollos aparte!- dijo Laura,   la mejor amiga de Sara.

Y todas juntas fueron a una discoteca. Pero Sara no podía dejar de pensar en todo lo que le había pasado. Mientras estaban bailando y bebiendo varios cócteles, Sara se dio cuenta de que había un chico que la estaba mirando fijamente.

Prefirió pasar y no hacer caso de ello, ya que estaba con sus amigas y no quería ligar con chicos después de lo que le había pasado. Ella y sus amigas siguieron bailando y bebiendo cómo si no hubiese un mañana. Y eso estuvo muy bien, porque a Sara le ayudó a olvidar todo lo sucedido aquella noche.

Los minutos y las horas pasaron muy rápidamente, hasta que se dieron cuenta de que eran las 4 de la mañana. Sara estaba muy cansada y muy borracha y quería irse a casa. Pero sus amigas opinaban lo contrario, así que salió de la discoteca e intentó buscar un lugar tranquilo para descansar y que se le pasase la borrachera, porque no podía llegar en ese estado a su casa y arriesgarse a que sus padres le echaron la sermoneasen.

Caminó un buen rato hasta que encontró un parque infantil. Pensó que era un buen lugar, ya que en el parque había bancos para poderse sentar y que se le pasase la borrachera. Estaba sola, pero de repente apareció alguien. ¿Quién será?-pensó Sara. Mientras esa persona se acercaba le iba reconociendo… ¡Era el chico que la estaba mirando en la biblioteca! ¿Y qué hacía en ese parque a esas horas? No tuvo tiempo para pensarlo mucho, porque en cuanto se quiso dar cuenta el chico estaba muy cerca. Se intentó apartar para salir corriendo, pero al estar tan borracha se cayó de cara al suelo. El chico la agarró con fuerza por las muñecas, la obligó a levantarse y se la llevó con él.

Al día siguiente, tanto sus amigas como sus padres se extrañaron muchísimo, ya que no contestaba a ninguno de los mensajes que le mandaban. Todos creyeron que le había pasado algo, porque solía comunicarse a menudo con la gente que más conocía. Por eso, pensaron en llamar a la policía. Cuando los padres de Sara contactaron con la policía, les explicaron todo lo que había sucedido y que su hija no contactaba con ellos ni con ninguna de sus amigas. La policía decidió hablar primero con todas las personas que conocían a Sara y un amigo de ella les dijo que la había visto corriendo y que se dirigía hacia un portal cercano. Gracias a las indicaciones de ese chico, llegaron al portal donde supuestamente había estado Sara la fatídica noche. Empezaron a preguntar a todos los vecinos si habían visto a Sara y casualmente una señora que bajaba a tirar la basura la vio bastante asustada y mirando en todas direcciones. Después de esa explicación, la señora les dijo que la vio con un señor que vivía en el 1ºD. Los policías le dieron las gracias a la señora y subieron corriendo al piso que les había indicado.

Se extrañaron mucho, porque la puerta estaba medio abierta y parecía que todas las luces estaban apagadas. Entraron con cuidado, porque quizá había entrado un ladrón y le querían pillar in fraganti. Cuando encendieron las luces del comedor, la escena que presenciaron fue mucho peor. Se encontraron al inquilino colgado de una cuerda al techo. Cuando le tomaron el pulso comprobaron que ya estaba muerto. Lo más inusual era que no había ninguna silla por el suelo a la que se hubiese podido subir para colgarse. Después de unas investigaciones descubrieron que ese hombre no tenía ningún motivo aparente para suicidarse. Aun así, después de unos días decidieron dar el caso por concluido y dejarlo como si ese hombre se hubiese suicidado.

Pero ese no fue el único suceso extraño en Alarcón: una de las amigas de Sara tenía marcas en el cuello y parecía que alguien la había ahogado, encontraron a una señora del pueblo ahogada en el lago, a otro señor del pueblo quemado vivo y a muchas otras personas que vivían en el pueblo muertas en extrañas circunstancias. Al cabo de unos días, una de las amigas de Sara estaba viajando en coche a Madrid, para visitar a sus padres, cuando de repente vio a una chica en camisón que caminaba por la carretera. Pensó que era alguien que se había perdido y por esa razón paró el coche para hablar con la chica.

-          Hola, ¿te has perdido?- dijo Sofía, la amiga de Sara.

-          ¿Acaso no me reconoces? ¡Y eso que decías ser mi amiga!

-          ¿Perdona? ¡Si no te conozco de nada! Espera un momento… ¿Sara?

-        Sí, soy yo. Veo que no te importaba mucho, ya que no me has reconocido antes de que te lo dijese. Ah, ¿sabes qué? Vas a morir y a sufrir cómo yo lo hice. Estoy harta de que la gente aparente lo que no es. Y ahora que soy un fantasma me puedo vengar de todos los que no me ayudasteis cuando más lo necesitaba. Así que vete despidiendo de todos a los que dices amar, porque sólo te dejaré 5 minutos. Después de eso, haré que tu coche explote y nadie sabrá que he sido yo, porque no han encontrado mi cuerpo y estoy muerta para todo el mundo.

-        Pero… Sara… Si yo te tengo mucho aprecio… Por favor, no me mates…-dijo Sofía entre sollozos.

-    Lo siento, pero tú fuiste una de las personas que no me ayudó. Así que me voy a           vengar de ti.  Venga, te queda poco tiempo para despedirte de tus seres queridos.


Cuando Sara acabó la frase, el coche de Sofía explotó. No le dejó cinco minutos, como tampoco tuvo clemencia cuando apareció ante sus otras amigas antes de matarlas. Todos esos asesinatos quedaron sin resolver y cada vez iba muriendo más gente en Alarcón. No murieron todos los habitantes del pueblo, sino sólo aquellos que no ayudaron a Sara la fatídica noche en que desapareció y que fue asesinada brutalmente. 



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Muchos besos y.....¡Hasta la próxima!



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